Recientemente en La Vanguardia se ha publicado el artículo «Por qué debes poner cebolla a tu salsa de tomate» en referencia a la investigación realizada por nuestro grupo de investigación, en donde se demostró que la cebolla potencia las propiedades antioxidantes del sofrito. En concreto, mejora la isomerización (transformación y absorción) del licopeno, el pigmento que da el color rojo a los tomates y que está considerado uno de los antioxidantes naturales más potentes, con propiedades que ayudan a prevenir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes, ciertos procesos cancerígenos (principalmente a nivel de tejidos epiteliales) y degeneración macular, entre otras enfermedades. Pero además, la cebolla suma a los antioxidantes del tomate los suyos, los flavonoides, unos potentes agentes a la hora de inactivar los radicales libres o de contrarrestar metales prooxidantes como el hierro y el cobre, con lo que mejora la cantidad y biodisponibilidad de compuestos saludables en el sofrito.
El estudio, publicado inicialmente en la revista Food Research International concluyó que los tiempos de cocción más largos y la presencia de la cebolla en la salsa están relacionados con una mayor producción de los isómeros cis, 5-Z-licopeno, 9-Z-licopeno y 14-Z-licopeno, que son más biodisponibles y más beneficiosos por su capacidad antioxidante.